viernes, 23 de marzo de 2012

Piel de pergamino

Amo el arte corporal. Amo saber que mi cuerpo es el mejor lienzo. Amo cuando nuestros cuerpos sin ropa tienen una desnudez diferente a la de la perfecta sociedad. Amo nuestra piel de pergamino.
En especial amo a ese chico con marcas en su cuerpo, amo cuando mi piel toca su piel desnuda en ese exacto momento de amor imaginario. Amo escribir debajo de sus estrellas, cuanto lo pienso a diario. Amo recorrer con mi lengua cada pedacito de su región donde termina su abdomen. Amo dibujar con mi lápiz, esa aguja de fuego, nuestro sello de amor. Esa mezcla de música, paz y amor.
Amo dejar mis colores y diseños en su pecho, en ese lienzo perfecto para mí.
Con mi espíritu creativo, recorro sus brazos dejando huellas de color y significado. La música es el tema principal de nuestra existencia. Amo cuando la espalda de mi chico, queda pequeña en mi mano que describe y talla cada momento vivido, cada sonrisa. Las cuales ya nunca más se borrarán. Amo pasar con mi pincel sobre el final de su espalda hasta llegar a su nuca y sobrepasar sus hombros, dando color de esperanza.
Amo ver su cuerpo rayado completamente sabiendo que jamás se le quitarán esas marcas que en mis sueños le hice, esas marcas quedarán tatuadas.
Amo cuando con sus notas musicales enlaza mi cuerpo. Con su pentagrama, logra enredar para siempre mi delgado, frágil y delicado ser. Amo sus  labios empapando de esa dulce saliva la pluma que alguna vez tatuó una ilusión. amo sus manos llevando el ritmo de una hermosa partitura, acariciando mis senos con gran calma.
Me doy cuenta, entonces, que nuestros cuerpos al estar desnudos no son comunes.
 Ahí descubro que cada noche de luna llena, cuando el frio viento nos arropa y la pasión nos desviste, los dos cuerpos unidos, parecen una hermosa pintura de un gran artísta, un retrato, se parecen a un carrusel de infancia o a la luz se una luciérnaga.
Cierto o no, su pecho es una hoja del más fino pergamino, es a penas una cuartilla y yo sigo mezclando colores y diseñando en las otras páginas de su anatomía.
Él por su parte, en mi seno derecho raya, con esa tinta de amor, una pequeña nota negra dejando espacio para dar turno a mi seno izquierdo, donde con su melodía tatuará una sutil nota blanca. Con su susurrado canto, impregna de por vida en mi abdomen, una clave de sol, y más abajito el boceto de una rosa. En nuestras lenguas anotamos “nunca” y en nuestros paladares “me olvides”. Así mismo él  va poniendo rimas en cada uno de mis dedos.
Al final mi razón descubre, que estos dos cuerpos de ensueños, se han convertido en una avalancha de nuestras largas memorias en los acordes y dibujos que hicimos sobre nuestra piel. Y que hemos hecho de ésta, una desnudez distinta.
Nosotros nos seguimos amando en la partitura de recuerdos, aunque ya su cuerpo y el mio estén llenos de colores y estrellas, y no me quedé más lugar para tatuar, yo seguiré diseñando y sé que él seguirá componiendo, para nuestro próximo encuentro.
Amo saber que esto es un sueño y que lo puedo sentir y vivir todas las noches de mi cruda existencia.

 
Amo saber que esa tinta nunca se borrará de su mente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario